Ola de atletas solicita asilo en Europa tras los Juegos Olímpicos de París 2024

Una nueva realidad emerge tras los Juegos Olímpicos de París 2024: decenas de atletas han decidido no regresar a sus países de origen y, en cambio, han optado por solicitar asilo en distintas naciones europeas. Este fenómeno, que combina deporte, migración y derechos humanos, ha llamado la atención de organismos internacionales y gobiernos por igual.
Uno de los casos más visibles es el de Marcela Tsakobi, boxeadora de la República Democrática del Congo, quien decidió quedarse en Bélgica después de competir en los Juegos. La deportista alegó amenazas a su seguridad y falta de garantías para continuar su carrera deportiva en su país. Actualmente, continúa entrenando en un club local y ha comenzado a abrirse paso en el circuito profesional europeo.
La historia de Tsakobi no es aislada. Desde el cierre de París 2024, se han registrado múltiples solicitudes de asilo de atletas provenientes de países con conflictos internos, regímenes autoritarios o severas restricciones de derechos. Estos deportistas, amparados inicialmente por las visas temporales emitidas durante el evento, aprovechan la ocasión para solicitar protección internacional.
Las autoridades migratorias de países como Bélgica, Francia y Alemania han comenzado a gestionar los casos, muchos de los cuales presentan argumentos sólidos de persecución política, discriminación étnica o abandono estatal. En varios casos, organizaciones deportivas locales han intervenido para apoyar a los atletas durante el proceso legal y garantizar su continuidad en el deporte.
Este fenómeno no es nuevo. En los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Río 2016 ya se reportaron casos de atletas que desaparecieron del radar tras la clausura de los eventos. Sin embargo, la magnitud y visibilidad de las solicitudes tras París 2024 han superado precedentes.
El Comité Olímpico Internacional (COI), si bien mantiene una postura de neutralidad política, ha manifestado su preocupación ante la creciente cantidad de atletas que ven en el asilo la única vía para asegurar su futuro. El organismo ha señalado la necesidad de reforzar los canales de protección para deportistas en situación de vulnerabilidad.
Por su parte, organizaciones como Amnistía Internacional han instado a los gobiernos europeos a garantizar un trato justo y humano para estos atletas. Argumentan que muchos de ellos se enfrentan a riesgos reales si son deportados, y que Europa tiene la oportunidad de brindar no solo refugio, sino también una plataforma de desarrollo profesional.
Mientras tanto, la sociedad civil europea ha comenzado a responder con gestos de solidaridad. Clubes deportivos, academias y fundaciones han abierto espacios para integrar a los atletas en sus programas, reconociendo no solo su talento, sino su resiliencia frente a contextos adversos.
Lo que comenzó como una competencia global de alto nivel, ha derivado en una muestra más de cómo el deporte y la geopolítica se entrelazan. Las historias que emergen tras los Juegos Olímpicos de París 2024 no solo hablan de récords y medallas, sino también de esperanza, supervivencia y nuevas oportunidades en tierras extranjeras.